La llegada de un bebé es una maravillosa experiencia para todos los miembros de la familia. Cuidarlo demanda tiempo, energía y cambios en tu rutina, lo que conlleva a una mezcla de emociones como alegría, fascinación, un poco de temor y nervios, siendo uno de los periodos de mayor desafío para una mamá.
Al nacer un bebé, se crea un nuevo vínculo. Sentirás un amor único que probablemente nunca antes habías sentido, este apego que sientes por tu pequeño es un lazo tan intenso y profundo que te ayudará con todo lo que se venga para asegurar el bienestar de tu bebé.
Tu bebé te hará sentir que tienes una gran responsabilidad, ya que depende completamente de ti para cubrir todas sus necesidades. A través de su manera de comunicarse intentará transmitir sus propias sensaciones, como por ejemplo, sus alegrías, malestares, si siente calor o hambre, por lo que desarrollarás un sentido exclusivo de instinto para entender sus requerimientos.
Lo anterior pondrá a prueba tu paciencia, incluso te sorprenderás de cuánto puedes tolerar aunque te consideres la mujer menos paciente del mundo. El amor por tu bebé te permitirá soportar llantos interminables hasta que descubras que necesita tu pequeño.
Tus instintos primitivos te guiarán agudizando tu visión, olfato y tus oídos, pudiendo incluso escuchar un quejido de tu bebé en otra habitación aunque la casa esté repleta de visitas.
Tu fortaleza femenina saldrá a flote y harás cosas que no pensabas que podrías aguantar, como pasar muchas noches en vela. Siempre pondrás a tu bebé en primer lugar.
Increíblemente todo sentimiento de soledad que pudiste haber sentido antes de la llegada de tu bebé desaparecerá, ya que ahora tienes a una pequeña personita 24/7 acompañándote en cada momento.
¿Te sientes identificada con alguna de estas emociones? Comparte con nosotros tu experiencia de mamá.
Cualquier duda consulta a tu médico.